sábado, 6 de diciembre de 2008

Carta de Pilar del Río en representación de José Saramago

Estimados amigos Silvina y Sebastián,

A lo largo de los dos últimos años, cada vez que regresábamos de un viaje y nos enfrentábamos con los kilos de correspondencia, kilos materiales y kilos virtuales, siempre había una carta vuestra. Y siempre, por aquello del máximo respeto, José se quedaba con ella diciendo que “a esta la respondo yo”. Pero esas cartas, las que responde José Saramago personalmente, son justo las únicas que no salen nunca, porque el trabajo que mi marido tiene sobre la mesa es más de lo que la mesa, e incluso un ser humano, por excepcional que sea, pueden soportar.
Así que cada equis tiempo, cuando la mesa parece derrumbarse, se hace una limpieza, se entiende que ya hay cartas que definitivamente se quedaron sin respuesta, otras han perdido actualidad, otras, desgraciadamente, ya no tienen interlocutor, porque a todos nos llega el día.
Pero las vuestras volvían a la biblioteca, al lugar donde el equipo que nos da asistencia trabaja, y se han ido acumulando en una carpeta grande y viva. A la que ahora me enfrento, aunque no sea yo Saramago, pero sí la persona que está más cerca de él y la que puede hablar en su nombre.
No sé cómo estará en estos momentos el proyecto de “Literatura por la Identidad”. Saber quiénes somos es un principio de los humanos conscientes.
Y desde luego, de quienes escriben. Si no tenemos memoria personal padecemos amnesia, y esa enfermedad se tiene que curar para poder vivir plenamente.
La falta de memoria de los pueblos también es una enfermedad, aunque yo no sé como se llame. Por eso, mi marido, reclamando la salud de los pueblos, reivindica la memoria activa, la memoria que nos devuelve la imagen de quiénes somos y qué podemos ser.
Estas ideas, apenas trazadas, son recurrentes en la obra y en la vida de José Saramago, por tanto supongo que podrá apadrinar un movimiento semejante al que estáis dedicados. Lo que él no podrá hacer es implicarse personalmente. Por las razones ya expuestas. Y porque cada día que pasa es un peso más que se lleva encima y, de verdad, no se puede con tanto.
En noviembre vamos a intentar pasar unos días en Argentina. Si antes no nos hemos encontrado, quizá podamos vernos en Buenos Aires. Y mientras tanto, si siguen en ese hermoso empeño, pueden decir que Saramago está con ustedes, en un movimiento que no es ni partidista ni doctrinario, que es una necesaria actividad cívica en la que los mejores se deben de empeñar para que los que no piensan en ello, y quizá no piensan en nada, sepan que tienen un pasado y unos instrumentos para sentirse humanos: la literatura, la memoria, la identidad de quienes soñaron un mundo mejor. Ellos eran nuestros antepasados, y nosotros, quienes nos reivindicamos como sus descendientes, tenemos la obligación de recibir y cuidar la herencia que nos legaron.
En fin, espero que nos podamos encontrar. Y que las ideas, expuestas a borbotones, sean un reflejo del trabajo que os ocupa y que os duele.
Hasta pronto. A través de Saro, que es quien ahora se ocupa de la correspondencia cuando no estamos, o directamente, porque con las modificaciones tecnológicas que estamos haciendo en este lugar donde trabajamos un equipo de ocho personas, podremos estar más en contacto. Para que las cartas y otros asuntos no se enquisten.
Como éste, que espero que a partir de ahora fluya como el agua, rápida y cristalina.
Recibid un abrazo de parte de José.
Al que me sumo.

Hasta pronto

Pilar del Río

26 de abril de 2007

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